Vengo de las tierras del hielo perpetuo donde el viento desgarra la vida y el espíritu del hombre vuela libre.
El frio entumece los duros cuerpos, mas la mente, bajo el suave calor de la voluntad humana navega a través de un mar de recuerdos, luchando en dura prueba por alcanzar un alto puerto y descubriendo al llegar que el viaje ha merecido la pena.
Gélidos colmillos asaetean la tierra pero en su interior brota la fuerza que nos impulsa a alcanzar más altas cumbres y observar anchos paisajes desde ellos.
Cuanto más espesa es la oscuridad, mas brilla un débil lucero y más grande es su voluntad para seguir brillando a través de la eternidad.
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